Cómo detectar el reflujo gástrico en los bebés

Síntomas, causas y recomendaciones

Buena parte de los cuidados más importantes para un desarrollo óptimo del bebé parte de una buena alimentación.

Uno de los motivos de ese síntoma es el reflujo gástrico infantil y aquí te explicaremos con detalle qué es, cómo diferenciar

Al nacer, los niños no producen ácido en su estómago y cuando empiezan a tomar leche la producción de ácido se inicia para así ayudar a digerir las proteínas. En ocasiones se genera más cantidad de la necesaria y, cuando eso ocurre, el bebé empieza a interrumpir las tomas llorando y arqueando el cuerpo hacia atrás para reducir el dolor. Con esos síntomas iniciales se desvela la aparición del reflujo gástrico, ocasionado cuando la leche vuelve del estómago hacia el esófago y es expulsada por pequeños vómitos o regurgitaciones.

Normalmente, este reflujo aparece a partir de la segunda, cuarta o sexta semana de vida del bebé, cuando este expulsa un líquido semitransparente con algunos grumos.  Es una muestra del funcionamiento de los ácidos que contribuyen a la digestión. Aunque se trata de un proceso normal, si la periodicidad de las regurgitaciones aumenta y están acompañadas de molestias, debemos actuar.  


Síntomas más claros del reflujo gástrico

El síntoma más claro es la interrupción de las tomas de leche acompañado de un movimiento hacia atrás con el que el bebé arquea el cuerpo. Acto seguido volverá a buscar la leche, pero seguirá arqueándose porque así calma el dolor. Por la noche el pequeño también suele despertarse con movimientos de dolor o  asco. Estos son los síntomas principales y acompañantes:

Síntomas

-          Interrupción de las tomas arqueándose hacia atrás con dolor

-          Cuando la leche sale está cortada, no sale líquida

-          Huele agrio

-          El pequeño tiene molestias en forma de ardores

 

Síntomas acompañantes

-          Lengua blanca

-          Congestión más marcada de lo normal

-          Dificultad al tragar

-          Tos con mucosidad en la garganta

-          Más hipo de lo habitual

 

Es importante diferenciar los síntomas para así conocer exactamente cuál es el estado de tu bebé, ya que  no es lo mismo el reflujo gástrico que las bocanadas iniciales o los vómitos. Las bocanadas no le generan molestias al bebé mientras que con los vómitos notaremos que el pequeño sufre durante el proceso de expulsión pero no se acompaña de los síntomas previamente mencionados.

Comprensión y causas del reflujo gástrico

Cuando el bebé empieza a adaptarse al mundo fuera del útero hay factores que influyen en que aumente la acidez, uno de ellos es que tenga alguna alergia o intolerancia a la leche que está tomando. Cuando esto sucede el estómago se irrita y produce más acidez, por lo que el reflujo gástrico se hace notar.

Otra posibilidad es que tenga la flora intestinal alterada y ese estrés genera un extra de ácido. También es habitual que se genere cuando el niño come con mucha ansiedad o cuando no se está cubriendo adecuadamente sus necesidades. A veces se espera algo más de la cuenta para llegar a la hora a la que se le da de comer y eso genera ansiedad lo que a su vez aumenta la producción de ácido en el estómago.

Cualquiera de estas causas, o varias de ellas a la vez, hacen que el niño pueda desarrollar reflujo gástrico, por lo que hay que buscar soluciones para que el niño más adelante no tenga una mala relación con la comida ni con el sueño.

 

El tratamiento del reflujo

Para evitar que el niño siga tragando con sensación de dolor o incomodidad la primera medida y más importante es la de seguir el consejo del pediatra, ya que conocerá tu caso concreto y sabrá cómo adecuarse a las necesidades propias del bebé. A partir de ahí, os dejamos algunas recomendaciones.

Lo más importante es el control de las tomas. Lo ideal es que el pequeño coma con la menor ansiedad posible porque cuando come poco a poco la leche amortigua la acidez. Si come más despacio y las tomas son más calmadas, se puede conseguir que no haya molestias con el reflujo. Esto lo conseguimos intentando que durante el día no pase más de 2 horas seguidas sin comer. Si pide antes, le damos antes y esto se aplica tanto al pecho o al biberón, cantidades más pequeñas y con mayor asiduidad. De noche podemos espaciar más las tomas.

Otra de las medidas...

...se centra en las madres que le den a su hijo una lactancia artificial. La solución muchas veces está en el cambio de la leche. A veces el bebé tiene alergia a alguno de los componentes de la leche, por lo que se puede buscar una alternativa con otras fórmulas.

También hay niños que tienen problemas de gases y, si tienen un estrés alto,  eso puede aumentar la producción de ácido en el estómago, por lo que todo lo que hagamos para mejorar ese problema también ayuda a resolver el reflujo. Esto se consigue en algunos casos con el sistema de ventilación completa en los biberones para que el niño coma a su ritmo y entren menos gases durante la alimentación. Y también hay que ayudarlo tras las comidas a que eructe con más frecuencia.

En el ámbito farmacológico será el pediatra el indicado en comprobar cada caso para saber si introducir medicación como los antiácidos para revertir la situación, pero esta decisión no debe tomarse individualmente. Si en tu caso los síntomas anteriormente mencionados influyen en el descanso del niño y además interfiere las tomas con el dolor mencionado, ve al pediatra además de seguir todos los consejos mencionados.

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